Las pseudo religiones dependen de la disciplina de la mente y de sus esclavos, el cuerpo y los sentires.
El primer
trabajo de la religión verdadera es poner la mente
a un lado y liberarnos. Es muy simple. Entrenar la mente para la concentración
y el razonamiento equilibrio es muy difícil, porque va dando vueltas, cayendo en hábitos. Se toma de nuevo el objeto o conjunto de objetos, de concentración o estudio, y se escapan a la subconciencia. Se trae otra vez al
asunto en el que estaban concentrados y luego de repente, se encuentran
pensando en otra cosa, se van olvidando en qué estaban concentrados.
No es un trabajo fácil. Pero, poner la mente a un lado, aparte, es algo simple, no presenta dificultad
para nada. Lo único que hay que hacer es observar. Así, sea lo que sea lo que pase por su mente, no intervenga, no
trate de pararlo, de domeñarlo. No haga nada, porque sea lo que sea que haga, será una
rígida disciplina, y por tanto parte de la pseudo religión o de la sesuda ciencia. Así es que no haga nada. Sólo observar relajado.
Observar no es un hacer algo en concreción. Como se observa el atardecer o las nubes
en el cielo o la gente paseando por la calle un día de lluvia así observar el tráfico
de los pensamientos, sueños y pesadillas, relevantes o sin importancia,
inconsistentes o lógicas, cualquier cosa que pase. Solo observar. Todo ello pasa rápido si
simplemente observan. Quedarse el más tiempo posible al lado de lo no concerniente.
Las pseudo religiones no permiten permanecer en lo no concerniente. Las pseudo morales dicen la codicia es mala, muy mala. Así, si un pensamiento codicioso
llega, hay que saltar a prevenirlo, destruirlo o cambiarlo; de otra forma, ustedes se tornan codiciosos.
La rabia es mala, si un pensamiento rabioso pasa, inmediatamente hay que saltar y cambiar esto, tienen que ser más compasivos,
tienen que "amar a su enemigo como a uno mismo". Si algo en contra
de su prójimo le viene a la mente tiene que cambiarlo por el mandamiento principal "amar a su prójimo
como a sí mismo". De esta forma, las viejas religiones dan ideas de lo que es correcto o incorrecto y si algo
incorrecto pasa a su vera hay que pararlo, hay que
intervenir, hay que saltar y sacar fuera esas cosas pecaminosas. Se equivocan.
Por eso no hay que marcar lo que es bueno y lo que es malo: Observen. No observar es lo que es malo, mientras la idea de malo exista en nuestra mente. La terapia es simple: Ser observadores. No es asunto de ustedes... si viene la codicia, déjenla pasar;
si llega la ira, déjenla pasar. ¿Quién es uno
para interferir? ¿Por qué se identifican tanto con
su mente? ¿Por qué comienzan a pensar... estoy codicioso...
estoy enojado ...soy codicioso ...soy iracundo? Es sólo un pensamiento de ira o de codicia que va pasando en el proyector de su mente,
dejen que pasen y se vayan, sólo observen.
La mayoría de los pensamientos de la mente no son propios sino
de sus padres, profesores, amigos, libros, películas, televisión,
periódicos o gurús sabelotodo como el que les habla. Sólo cuenten cuantos pensamientos les pertenecen
y se sorprenderán de que casi ninguno es propio. Casi todos son
de otras fuentes, comprados, robados, prestados, que se vacían a ustedes desde otros
o se vacían, tontamente, desde ustedes mismos, desde su memoria formateada, a ustedes mismos.
La mente está funcionando como un computador. Literalmente es un bio-computador. No se identifiquen con un bio-computador,
si se calienta ustedes no arden, échenle el agua de la neutralidad. Si el computador se enoja, funciona de forma arbitraria o con mucho ruido, y
empieza a escribir signos de venganza y soeces en sus folios interiores, ustedes no se preocupen, dos problemas tiene el bio-computador: Enfadarse y desenfadarse. Ustedes ven que es lo que está ocurriendo, pero permanecen
quietos, observando como se desarrolla la situación, si acaso respiren armonía en pro de la comunidad.
Sólo una pequeña destreza... ni siquiera se le puede llamar
método, porque eso lo hace parecer denso y para expertos, llamémosle habilidad experiencial. Sólo
hay que ponerse muchas veces, sin esfuerzo, y de repente, un día ustedes son capaces
de sentirlo. Muchas veces fallarán o creerán que fallan. No hay que preocuparse...
no hay pérdidas, todo es natural, también el no conseguirlo. Pero, continuando en observación no crítica,
un día llega y cuando sucede, una vez que han logrado por un instante
ser el observador, aprenden a ser observadores innatos, y por tanto inmortales. Lo más curioso y divertido
de la mente okupa es que empieza a desaparecer sin dejar rastro. Como la luz hace desaparecer
a la oscuridad, que nunca ha existido, el ser testigo, nunca de cargo, hace desaparecer los efectos de la mente, sus pensamientos y toda la parafernalia que les acompaña.
Así, pues, la meditación es simplemente ser testigo, observar, contemplar,
y lo que revela... no tiene nada que ver con inventar, crear o rehacer. No inventa
nada, simplemente descubre lo que hay allí. ¿Y que hay allí? Usted entra y encuentra la
nada infinita, tan enormemente bella, tan sabiamente silenciosa, tan llena de luz irisada,
tan envolvedora y fragante que sentirá haber entrado en el reino de Dios. Usted, ya vuecencia, ha conocido la divinidad.
Cuando se ha estado, o ha sido, en ese espacio, el reino de Dios, uno sabe y se sabe una persona otra vez
nueva, un nuevo hombre, curiosamente ahora uno tiene el rostro original. Todas
las máscaras desaparecen. Uno vive, ya no solo sobrevive, en el mismo mundo pero
de manera distinta y completa. Uno está entre la misma gente pero no con
la misma actitud ni con la misma cercanía ni con la misma desconfianza. Uno puede vivir como
el loto en la laguna negra; sobre ella, pero absolutamente intocado por el
agua infectada.
El hombre religioso es el que ha descubierto la flor de loto en su interior: Nada y bucea en el mar proceloso y no se moja. Vive y disfruta de toda la tierra pero no se enfanga de barro. Ama pero no posee ni es poseído por lo amado. Se muere y sigue en observación que no en la UVI ni en la UCI.